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EMOC Psicología
Consulta de psicología y coaching personal
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Inteligencia Emocional

La ansiedad de los exámenes

La ansiedad de los exámenes

Llevas preparando un examen días, semanas, meses o años. Enfrentar un examen puede parecer algo simple, pero hasta que no pasas por la experiencia, cuando es importante para tu futuro, no comprendes del todo lo que es:  La espera de que llegue, hacerlo y la espera de ver el resultado.

Todo esto es un cúmulo de tensión que, si no sabes cómo llevarlo, te puede complicar mucho las cosas. Relativizar, naturalizar y comprender cómo reacciona nuestro cerebro ante ello te puede ayudar. Sobre todo, a no pasarlo tan mal como para que tu salud se resienta, que dejes de comer, y que dejes de vivir el ahora.

Esto es algo que ocurre cuando vives pensando en los futurismos sin dejar descansar tu mente ni vivir el presente.

Antes de nada, vamos a ver qué es la ansiedad y el por qué que tiene, como el resto de las emociones. Para ello, hablemos un poco de eso que resuena tanto en la sociedad durante las últimas décadas: la Inteligencia Emocional.

La inteligencia emocional es un componente importantísimo de cada uno de nosotros. Es la manera de identificar, entender, empatizar y regular las emociones. Seguramente, lo hayas oído, pero creo que, aunque nos suene a todos, falta mucho para que se enseñe en todos los colegios, cosa que ayudaría a toda la sociedad con una gran cantidad de problemas que arrastramos.

fondo problemas de pareja, con tus hijos

¿Qué es una emoción?

Como decíamos, la inteligencia emocional es el conjunto de capacidades que tiene el ser humano para reconocer y gestionar sus propias emociones y las de los demás. Pero ¿qué es una emoción? Una emoción es una valoración rápida y adaptativa que tenemos los animales para poder responder a nuestro entorno. Tiene distintos componentes que hace que se puedan analizar mejor: Componente fisiológico, componente cognitivo, componente funcional y componente social.

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Entonces, ¿qué entendemos por “ansiedad”?

Es una emoción muy parecida al miedo. En lo que se diferencia de éste es en que el miedo se activa para responder a algo que nos puede dañar y que está presente; es decir, un peligro inmediato. En cambio, la ansiedad se activa ante algo que creemos que nos puede dañar, pero no ahora mismo. ¿Y qué quiere decir esto? pues que nuestra mente está esperando que ocurra algo malo, una amenaza impredecible.

Todos hemos sentido en algún momento ansiedad y es realmente algo necesario, porque es como un “sentido arácnido”. Su componente funcional es esa preparación, esa ayuda para que no nos ocurra algo malo, para prevenir ese peligro. Por ello, cuando identificamos una situación así, entra en acción el componente fisiológico. Seguro que conoces esa sensación perfectamente: Nuestros sentidos se ponen en alerta y nuestro cuerpo en tensión, buscando y preparándonos para enfrentar cualquier dificultad.

Por otro lado, el componente cognitivo es la apreciación por la que creemos que nos va a ir mal. En el caso de los exámenes, todos esos pensamientos que nos decimos: “no estoy estudiando demasiado”, “no valgo para esto”, “seguro que suspendo”, “no sé para que lo hago”, “y si me quedo en blanco”, “no soy capaz”, “si suspendo será un auténtico fracaso”, “qué hago si no apruebo” …

Por último, el componente social es el mismo que el del miedo. Buscamos un apoyo social que nos pueda proteger y ayudar para que volvamos a sentir seguridad.

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¿Por qué creemos que es malo sentir ansiedad?

La ansiedad, al igual que el miedo, llevan a una respuesta de lucha/huida. Es decir, cuando algo nos puede dañar o a algo o a alguien que queremos, la reacción que provoca el miedo puede ser: O encararlo, de ahí que podamos tener confrontaciones con seres queridos; o huir de ello, como podemos hacer al refugiarnos en el alcohol, tabaco, drogas, comida, sexo, etc. (todas las conductas que nos producen una descarga rápida de bienestar en el momento).

De manera que si esta respuesta de lucha/huida se descontrola o se prolonga nos puede causar daños a largo plazo. Cuando este miedo lo produce algo que no está presente, ni lo estará en mucho tiempo, la ansiedad se alarga más tiempo del propiamente adaptativo. Todo esto lleva a un desgaste de nuestro organismo, causado por el exceso de estrés, lo cual baja nuestras defensas.

Así que lo malo no es sentir ansiedad, ya que todas las emociones tienen una razón de ser y son adaptativas. Lo malo es sentirla de manera perpetua al estar descontrolada.

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¿Qué podemos hacer para lidiar con esa ansiedad “mala” que nos provoca el enfrentarnos a un examen?

En el próximo blog veremos trucos y consejos para afrontar el antes, el durante y el después del examen.

Si quieres empezar a trabajar en ti, te puedo ayudar.

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Inteligencia Emocional

Excusas para no cambiar

Excusas para no cambiar

Hoy me gustaría escribir sobre un tema algo complejo que suele ocurrirnos a todos: cuando tenemos un problema y no lo vemos o no lo queremos ver.

Seguramente si eres una persona observadora y tienes cierta facilidad para percibir maneras de comportarse que no son las mejores, te habrás encontrado en tu vida con muchas personas que se quejan de un problema suyo o de alguien de su alrededor, pero sólo quieren llegar hasta ahí. Sólo quieren soltar esa angustia, esa indignación, esa rabia por algo que no les gusta; aun cuando ese problema es habitual o llevan mucho tiempo arrastrándolo, deciden obviarlo o mirar para otro lado. En cuanto se le comenta la opción de poder atajar ese problema ya le quitan importancia o dicen que es imposible cambiarlo.

Pues bueno, aquí quiero dejar claro desde ya que esa idea social que tenemos de que la “gente no cambia” es falsa. Más bien es lo contrario, todo lo que hace el ser humano es cambiar constantemente, con cada interacción, con cada contacto que tiene con su exterior no deja de hacerlo. Lo que hay que mirar es hacia dónde está cambiando. Porque ese cambio a la larga puede ser para mejorar su entorno y su vida, o para empeorarlo.

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Las necesidades del ser humano

Como animales buscamos suplir nuestras necesidades básicas más inmediatas, seguro que habéis oído hablar alguna vez de la pirámide de Maslow. No es el único autor que habla de las necesidades humanas, pero es el más conocido, de manera que para hacernos una idea de lo que quiero decir ponemos su teoría de ejemplo.

La pirámide de Maslow consiste en 5 necesidades: 3 necesidades básicas que son la base de la pirámide (necesidades fisiológicas, seguridad, afiliación) y 2 necesidades superiores (reconocimiento, autorrealización.

1. las 5 fases de la pirámide de Maslow [Internet]. [citado el 24 de marzo de 2023]. Disponible en: https://www.iep.edu.es/las-5-fases-de-la-piramide-de-maslow/

Estas necesidades son algo primordial para sentir que tienes una vida plena. Pues bien, desde el momento en que nacemos lo que nos mueve es conseguir tener estas necesidades cubiertas, y cuando las tenemos, nos mueve querer mantenerlas. Todo esto lo explico de manera muy general. Al final lo que me interesa que se entienda es que cuando una persona tiene un comportamiento que provoca malestar a sí mismo o a otros, no significa que esté yendo en contra de estas necesidades, sino que hay alguna anterior que no están asentada.

Es una pirámide porque para conseguir un escalón que está por encima debe tener cubierto el inferior, sino no se puede tener completamente asentada la necesidad superior. 

Creo que va a ser mucho más sencillo verlo con un ejemplo, pero puede valer la dinámica para muchísimos problemas o conductas problemáticas.

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El niño problemático.

Imaginemos un niño que desde que es pequeño lanzaba los juguetes a todo el que estaba cerca. Este niño a excepción de ese momento no tenía la atención de sus padres, hermanos, cuidadores, compañeros, etc. Es decir, a menos que hiciera algo “malo” no recibía de su entorno nada de atención, más que las necesidades fisiológicas, esas sí las tenía cubiertas por sus cuidadores.

Este niño con el paso del tiempo verá que las personas de su alrededor no dejan de evitarle, apartarle o confrontar con él, porque su actitud siempre es agresiva o porque solo “quiere llamar la atención”. Esto es un problema. Porque si nos fijamos en la pirámide, el niño en un principio quiere sentirse parte de algo, como cualquier otra persona, busca tener esa afiliación con los otros que le rodean

Claro, aquí hay un problema. Desde que era bebé ha buscado, por todos los medios que disponía a su alcance, “cariño”, que le prestaran atención, pero su entorno sólo se ha ocupado de sus necesidades fisiológicas: que no pase frío, hambre, sueño, etc.

El niño al ver que, con cada comportamiento conflictivo, sentía que por fin le “veían”, buscaba esa sensación de formar parte de una unión con otras personas. Lo buscaba en ese momento porque se sentía seguro, pero con el tiempo, cada vez que se comportaba mal, la seguridad iba desapareciendo y el niño cada vez entendía menos.

Espero que se esté entendiendo dónde está aquí el problema. Pues el principal problema es que su entorno seguro, sus cuidadores, no estaban prestando la atención necesaria a las conductas que son positivas para el niño. No tenía momentos en los que sintiera que formaba parte de una familia y cuando le prestaban atención era para echarle la bronca. Por tanto, cada vez se iba separando más y más de aquellas personas y poco a poco ha ido generando un apego inseguro. Del apego hablaremos otro día, ya que es un tema para tratarlo con un post completo. Es decir, el niño no está en un ambiente que le ayude a cubrir sus necesidades básicas. 

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Si te sientes aludido…

Con esto habrá muchas personas que lean esto y piensen: “Sí, pero es muy fácil hablar sin tener hijos”. Pues tienen razón en que es más fácil, pero cuando tienes un problema y no quieres afrontarlo, lo más fácil es no hacer nada. Seguir haciendo lo ya hacíamos sin analizar el problema, aunque ello no resuelva sino empeore el problema. Esta respuesta viene dada porque tu autoestima y tu orgullo no te deja ver que hay maneras de trabajar estos problemas que se han ido desarrollando con el paso del tiempo. 

Nadie nace sabido, no digo que los cuidadores de este ejemplo tengan la culpa, porque no es su culpa que te digan que tienes que ser padre o madre sin saber cómo debes educar a un ser humano.

Lo que digo es que en la era de la información, dónde conseguir libros y artículos está al alcance de todo el mundo (al menos en los países más desarrollados), el no interesarte por cómo hacer o cómo mejorar es un problema de dejadez o desinterés.

Habrá mucha gente que siga diciendo lo mismo. Ya, pero tú no tienes hijos, no sabes lo que es. Pues bien, todo lo que quieras decir son: “excusas”. Un mecanismo que tenemos para no sentirnos mal con nosotros mismos, que es lógico que se active, porque necesitamos sentirnos personas competentes y plenas, pero es una reacción casi automática. Cómo nos sentimos atacados, buscamos explicaciones para quitar la razón a la persona que nos ha ofendido. Si te sientes aludido, sólo puedo decir una cosa y es que el mayor muro que tenemos para ser mejores y para poder disfrutar más de nuestra vida, somos nosotros mismos.

Si no utilizamos nuestra metacognición para darnos cuenta de este mecanismo y no planteamos que es posible haberlo hecho mejor, porque ninguno de nosotros es perfecto, antes podremos afrontar los problemas que nos han ocurrido, nos ocurren y nos ocurrirán.

Quizá no te has dado cuenta, pero en este ejemplo del niño, el protagonista del post no es el niño, sino la persona que se siente aludida y ofendida. Esto es a lo que me refería al inicio del post, las personas tenemos un mecanismo que nos hace justificar las conductas y actitudes que vemos que están mal, de las cuales nos podemos quejar, pero en cuanto tocamos algo que no nos gusta o que nos hace tambalear nuestro autoestima, reaccionamos protegiéndonos, ya sea atacando o huyendo de la situación.

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Nunca es tarde para empezar

Quizá ha sido algo intenso para la persona que se sienta aludida, pero mi intención no es otra que hacer ver de manera práctica ciertos conceptos importantes de la psicología. Si de verdad estás molesto/a por ello, pido disculpas, pero también te pido que tengas un momento de reflexión personal, en el que te plantees si realmente no podías haber buscado la manera de hacer mejor las cosas. Si es así estás a tiempo, nunca es tarde para cambiar hacia una situación en la que tanto tu entorno como tú os sintáis mejor, consigas más complicidad y logres poco a poco ir subiendo cada escalón de la pirámide hasta sentirte una persona lo más plena posible.

Sé que, con la situación actual, con los problemas diarios, con las responsabilidades, etc. es muy difícil, pero eso no deja de ser otra excusa para no ponerte con ello. Los profesionales de la psicología estamos para ayudar y entiendo que es un gasto elevado y nuestra sociedad debería buscar la manera para que todos podamos tener acceso a ello. Pero hasta que esto se pueda hacer, será mejor gastar una parte de nuestro sustento en estar mejor para poder afrontar la vida analizando y comprendiendo tu entorno y a ti misma/o, que seguir arrastrando problemas que se van haciendo más y más grandes.

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¿Cómo sé si tengo ansiedad?

¿Cómo sé si tengo ansiedad?

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No perder de vista el aquí y ahora

Algo muy importante desde la psicología es percatarte de las cosas de tu alrededor. Siempre he creído que mucha gente va mirando a cualquier parte excepto a lo que tiene delante. Hubo una vez que estaba paseando por Valladolid, mi ciudad natal, dónde empecé a darme cuenta de los edificios que me rodeaban, de las luces del paseo Zorrilla a la altura del campo grande. Y aluciné porque en vez de estar pensando en cualquier preocupación o plan que iba a hacer (memoria prospectiva), percibí mi entorno, sólo eso. Las luces de las farolas, las verjas del parque con las hojas y ramas de los árboles que sobresalían, gente paseando y otra gente con prisas. Con esa sensación de estar descubriendo una ciudad nueva seguí dando una vuelta y vi por callejuelas del centro las fachadas de los edificios cada una distinta con un enorme trabajo detrás para que estuvieran allí.

Seguro que has sentido alguna vez esa experiencia, esa sensación en un sitio que habías recorrido muchas veces, pero un día has descubierto algo nuevo. Esto es darte cuenta de tu entorno.

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El torbellino de nuestros pensamientos

Nos pasamos gran parte de nuestro día metidos en nuestros pensamientos, en nuestros planes, en nuestras preocupaciones o en lo que vamos a hacer luego. Mucho más ahora con internet y las redes. Esto nos hace perder la perspectiva de nuestro mundo físico, de nuestra realidad cercana. Es muy humano meternos en este mundo interno y pasarnos gran parte del día en él, pero creo que si no controlamos y no somos conscientes de que ese mundo propio está lleno de pensamientos e ideas que no son reales sino construcciones hechas por nosotros donde no hay nadie que nos diga que ese pensamiento es incorrecto o esa idea está mal formulada, es fácil perder la perspectiva de la realidad. Esto nos acaba llevando a una ruta dónde nos importa más lo que va a venir o lo que tenemos que hacer, que nuestro presente o lo que hacemos ahora.

Estamos sumidos en nuestro mundo con nuestra razón imperturbable y eso nos hace cometer errores (“distorsiones cognitivas”). Creo que lo he explicado bien para que se entienda este concepto.

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Entendiendo la ansiedad

Para poder darnos cuenta de la diferencia entre lo que es “real” y lo que nosotros hemos construido sin que nadie nos pueda quitar la razón; debemos estar muy atentos y utilizar el “metaconocimiento” y la “metacognición”. Ya dije en otros posts que el metaconocimiento es muy importante porque es una de las partes que nos hace ser humanos. 

Nuestra mente es un remolino de estímulos: sensaciones, emociones, recuerdos, colores, olores, temperaturas, equilibrio, etc. Todo nuestro interior y exterior pasa por un proceso en nuestro cerebro. Es cómo ver en tiempo real el tráfico de Madrid, París, Berlín, Londres, Beijing y Nueva York todo entremezclado y sin atascos… Sé que es difícil de imaginar, pero hagamos ese esfuerzo.

Al fin y al cabo, nuestro cerebro ha ido procesando cada uno de los momentos de nuestra vida, guardando puntos importantes para nosotros y conocimientos que creímos que nos servirían en el futuro. Si a todo este tráfico diario y constante le añadimos el poder dar prioridad a unos recuerdos, a unos planes, a unas preocupaciones de nuestro futuro o de las personas que nos importan, sin control sobre ello, nos lleva directos a generar una situación estresante en nuestro mundo interno, sin que realmente haya nada en nuestro alrededor que nos provoque esa sensación. Es como estar metido en ese tráfico entremezclado que decíamos sin pisar el freno, aunque tengamos ese pedal, no lo tocamos. Esto es la ansiedad.

Nos olvidamos de que tenemos un pedal de freno, porque lo usamos poco o porque nunca lo hemos usado. Si es perpetuo nos lleva a tener un estrés descontrolado lo que nos puede afectar a nuestra salud, ya que baja nuestra defensas y si no se reduce el estrés puede llegar a colapsar nuestro organismo por un lado o por otro; como si un submarino bajara a una profundidad para la que no está preparado y como es lógico las partes más débiles del casco se abren.

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¿Cómo sé que estoy sintiendo ansiedad?

Por esto es importante primero identificar, darnos cuenta de que tenemos estrés, de que no paramos de sentir ansiedad o la sentimos muchos días durante la semana. Digo esto porque la ansiedad no deja de ser una emoción que es necesaria y adaptativa, ya que nos avisa de que algo malo puede ocurrir; es decir nos anticipa que algo va a ir mal. Sin este mecanismo posiblemente no hubiésemos llegado al presente como especie. Pero cuando esto es algo perpetuo es un problema.

Y es que nuestra mente es tan potente y tiene acceso a tantos procesos mentales (“metacognición”) que nosotros ponemos las prioridades. Para un animal las prioridades están limitadas a las que necesitan para seguir viviendo y las aprenden sin tener que plantearse que las quieren aprender (“de manera implícita”). Para un animal la ansiedad viene dada porque alguna de las necesidades primarias que tiene está en peligro: su alimento, su protección, su sentido de manada (si lo tiene), etc. Pero es algo directo, no se encuentra bien porque le falta el alimento, la guarida… en concreto o nota que lo puede perder. 

En el caso de los humanos es diferente, no sólo esto nos genera estrés, sino que asociamos nuestras necesidades primarias y secundarias a cualquier cosa, por ejemplo. “Si no hago bien el informe que me han pedido el jefe se va a cabrear y me va a echar. Si me echan no voy a encontrar otro trabajo y sin  trabajo no voy a poder pagar el alquiler y a ver dónde voy a ir porque sin casa y sin trabajo. Seguro que voy a decepcionar a mi familia y me van a dar de lado”. De golpe en tu mente realizar bien o mal un informe te puede quitar todo lo que requieres para mantener tus necesidades cubiertas.

Este hilo de ideas del ejemplo puede ser posible y de este tipo de preocupaciones hay miles que posiblemente a  diario muchas personas tengan. Pero esto te va a generar una ansiedad que para lo único que te va a servir es para impedir que realices lo que tienes delante de la mejor manera que puedas. Incluso si llegara el punto en el que te despidieran por ello, perder un puesto de trabajo es duro, pero se puede conseguir otro. En cambio, si tienes este hilo catastrofista de pensamientos a lo único que lleva es a paralizarte, a que dejes de hacer las cosas planificadas, analizando todas las partes importantes de lo que quieres hacer ahora para intentar hacerlo lo mejor posible. Todo a nuestro alrededor tiene la importancia y la prioridad que nosotros le damos, por eso es tan increíble el ser humano, pero si no sabemos controlar esto, ni sabemos siquiera que es posible controlarlo, llevas el acelerador pisado a fondo sin recordar que tienes un freno y que también puedes levantar un poco el pie del acelerador para no ir tan rápido.

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¿Tú has sentido esto?

Si te sientes identificado con esta sensación y lo sueles sentir varias veces a la semana, tienes una ansiedad descontrolada. Lo primero de todo en estos casos es que te des cuenta de que lo tienes, identifiques esa sensación, porque por desgracia no nos enseñan a identificar y entender nuestras emociones desde pequeños y puede ser muy difícil si no tienes práctica.

Si al menos ha servido este post para que te des cuenta de ello, ya ha merecido la pena escribir estos párrafos.

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